La fundación de la Plaza de toros de Acho

La Conquista del Perú trajo como consecuencia que la cultura y las costumbres españolas se trasplantasen a estos nuevos dominios, una de esta manifestaciones fueron las corridas de toros.


Según Ricardo Palma, la primera corrida de toros que se efectuó en Lima y en el Perú, se escenificó en el año 1538, como parte de las celebraciones por la derrota de los almagristas, aunque no existe ninguna fuente documental fidedigna que confirme dicho asierto.


La primera corrida de la que se tiene plena confirmación documentaria se produjo en Lima, el lunes 29 de marzo de 1540, para celebrar la consagración de óleos.  Es imposible cuantificar el número de corridas realizadas en Lima durante la etapa previa a la instalación de la Plaza de Acho, sin embargo, hay registros de varios fetejos notables realizados para celebrar la llegada de virreyes a Lima.


Los monarcas hispanos habían dado una serie de disposiciones para que se estimulara la realización de estos festejos, no sólo por tratarse de un entrenimiento popular, sino también por ser una manera de obtener dinero para efectuar diversas obras públicas.


En 1754, el virrey Manso de Velasco autorizó a don Pedro José Braco de Lagunas y Castilla Altamirano, a organizar corridas en el lugar denominado "el Acho" que se realizaron en una plaza demontable.  La palabra Acho significa según el diccionario de la Real Académia Española de la Lengua "sitio elevado cercana a la costa, desde donde se descubre bien el mar y en el cual se colían hacer señales con fuego".


La construcción de una plaza estable en la que se realizaran anualmente un número constante de festejos era una necesidad, considerando que en aquella época el virrey Amat y Junient era aficionado a las corridas de toros.  Asimismo, el rico hacendado Agustín Hipólito de Landaburu y Rivera monstró interés en contruir una plaza firme, que se situaría en Acho, cercano a las fladas del cerro San Cristóbal.


Luego de las gestiones, consultas con autoridades y poderes necesarios para construir la plaza.  Por dicho acuerdo, Landaburu se comprometía a correr toros ocho veces al año, el 09 de julio de 1765 el virrey expidió el decreto que manda a cumplir el contrato y la construcción de la plaza.  Las obras de la plaza se iniciaron en el segundo semestre de 1765, y estuvieron a cargo del alarife Juan Cristóbal de Bargas.


La plaza de Acho fue estrenada, antes de concluirse las obras, el 30 de enero de 1766, su tasación recién se realizó el 22 de junio de 1767, valorándola en 84,896 pesos; siguiendo una peculiar constumbre nacional que aún perdura hasta nuestros días.

Ello la convirtió en la plaza de toros más antigua de América, y la tercera del mundo, sólo antecedida por la de Béjar y Zaragoza ambas en España.


La primera corrida contó con la presencia del virrey Amat y Juniet y el cartl incluyó a los espadas nacionales Pisi, Maestro de España y Gallipavo.  El primer toro lidiado se llamó Albañil Blanco, con divisa caña y rosado proveniente la hacienda Gómez de Cañete, la cual era propiedad de Landaburu.

Fuente: Alvarez Carrasco, Ricardo (2013).  Hipólito Unanue y el legado de la Familia Landaburu.
                       

                                    Vista panoramica de la Plaza de Acho

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